jueves, 3 de marzo de 2011

La idea del emprendedor Rubén Rodríguez: "Renovarse o Morir"

Esta idea de negocio trata sobre el emprendedor español, Rubén Rodríguez, que anteriormente trabajaba en una empresa de zumos naturales y que despues descubrió el potencial de una granja-lechería: "Los Combos", a cuyos dueños les convenció con una presentación de PowerPoint de todo lo que se podía hacer.  Despues entró en el negocio.
En la granja-lechería, que se encuentra a las afueras de Móstoles, de la provinia y comunidad de Madrid, en España, metrópoli de 200 mil habitantes, las vacas producen rica leche que se embotella en la propia fábrica de la granja.  Se producen desde hace medio siglo leche y yogures, y desde el mes pasado de mayo los smoothies (batidos con fruta natural que han levantado granja y fábrica). Con la crisis disminuyeron las ventas.
Granja Los Combos (Carlos Rosillo)
Con él, la granja dió un vuelco. Toda la línea gráfica de productos fue rediseñada y tambien parte de los envases. "Renovarse o morir", dice Rodríguez, que es el responsable de los productos de la granja-lechería "Los Combos" desde hace año y medio.
Los smoothies son de 3 sabores: Mango love, de mango, maracuyá y naranja; Hey honey, que lleva frambuesa, plátano y miel; y Very berry, con mora, arándano y un aroma (ligero, aunque perfectamente reconocible) de violeta. El éxito no es nada desdeñable: venden 25.000 batidos al mes. Y a la espera de que lleguen los de chocolate, que también se repartirán por sus 250 puntos de venta de Madrid -su principal mercado-, Barcelona y Sevilla. Y eso en apenas seis meses desde que el producto salió a la venta.
Sin ningún tipo de trucos. Solo pastos de la propia granja, establos amplios con un veterinario las 24 horas
(vive en el recinto con otras cinco familias), ordeño preciso con 34 litros por vaca al día, una tubería subterránea que transporta la leche de la sala de ordeño a la fábrica, análisis microbióticos y fisicoquímicos en la granja y en laboratorios externos, pasteurización (por la que la leche hierve a 74º durante 15 segundos), filtros, homogeneización, botellas PET...
Elaboración cuidadosa para un producto de calidad. Con inconvenientes, porque por eso estos lácteos necesitan frío, porque se fabrican y conservan de forma distinta al proceso UHT de las leches del súper. Lo que hace que tengan una fecha de caducidad corta, de un mes para los yogures y nueve días para la leche. También una calidad que permite, además de visibilidad y reconocimiento, un margen de producto fundamental en tiempos complicados para cualquier negocio. Una "luz al final del túnel", como ellos mismos reconocen, para una empresa familiar en la que trabajan apenas 30 personas y que ha dado tal giro que cada mes cambia las leyendas impresas de sus yogures. "Y la gente se las lee", se sorprende Rodríguez. "Vas a una de las tiendas en las que están nuestros productos y ves a la gente sentada, tomándose el smoothie y leyéndose la etiquetita que escribimos Roberto (Aparicio, el diseñador gráfico y de producto, mano derecha de Rodríguez) y yo", afirma.
Pero no todo es innovación. La granja también hace y vende otros productos que, aunque no lo parezcan, son clásicos del valle mostoleño: las leches especiales para musulmanes, como el laban o el raib, especialmente fermentadas y que se utilizan para beber o para cocinar. "Funciona bien en el mercado porque es un producto de alta calidad. Lo llevamos fabricando desde hace muchos años, y cada vez se exporta más", explica Rodríguez en la sala de frío, un espacio de penumbra, de unos 20 metros cuadrados, donde se conserva buena parte de los productos listos para salir a la venta.
Además del laban, raib y los smoothies, también se puede optar por el clásico yogur, sin nombres complicados y solo un apellido: Exquisito (así se llama). Lo hay de distintos sabores -natural, fresa, piña, melocotón-, pero en el paladar se convierte casi en una crema de yogur, de textura suave, que es perfecto para hacer helados. Por eso la empresa no pierde baza y vende su yogur a una compañía que fabrica delicias heladas.
¿Y lo de ir a las granjas a comprar, a buscar el producto tocando al timbre, a ver las vacas que dan la leche del desayuno? "Ya solo lo hace la gente que vive cerca, a los que les apetece venir por la experiencia. Es un concepto un poco romántico", intenta convencer Rubén. Un romanticismo que deja a Móstoles de fondo, a solo 700 metros por un caminito de tierra.
(fuente: ElPais.com (María Porcel Estepa))

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